La expresión "gente tóxica" me tiene fascinada.
Pero, ¿qué es una persona tóxica? Se dice de esa clase de ser que tiene como función vital joder nuestra delicada estabilidad emocional. En todos los aspectos.
¿Y por qué todas las frases de autoayuda nos hablan de eliminarlas de nuestro alrededor? Pues por eso, porque son de autoayuda y con Coelho mejor no discutir.
No quiero yo decir con esto que lo mejor es rodearte de ellas y vivir tu vida como un bohemio de París entre depresiones, absenta y drogas. No. Drogas no.
Voy a empezar dando las gracias. Sí, porque sin ellas no habría Nacho Vegas, no habría MdRP, Carmen no tendría música y Carmen estaría muy triste. Nadie quiere que Carmen esté triste.
Un mundo sin gente tóxica sería un mundo sin Charles Bukowski, sería un mundo sin canciones tristes, sin literatura de navajas y venas sangrando, sería un mundo sin películas en las que llorar muy fuerte.
Y es que la gente tóxica es mala, pero la necesitamos. Son la guindilla de la vida. El picante de la existencia.
¿Podrías vivir en el país de la Piruleta con nubes de sabor a algodón de azúcar? No, porque necesitamos estar tristes de vez en cuando. Necesitamos saber qué es lo malo para apreciar lo bueno. Porque somos así, somos humanos y no aprendemos hasta que la liamos. Y nos gusta liarla muy parda para saber lo bonito que es la estabilidad. Necesitamos ese toque de dureza para darnos cuenta de que el mundo no es el maravilloso lugar que nos prometieron, que no todas las personas van a tener la mejor de sus intenciones para nosotros.
Necesitamos gente tóxica para saber que en este camino tan largo, los primeros que vamos a estar y los últimos que nos vamos a marchar, somos nosotros mismos. Que siempre se puede salir por muy hondo que se empeñe en ser el agujero. Somos más fuertes que cualquiera. Podemos lograr lo que queramos. Pero tenemos que convivir con ellos. Tenemos que saber que la gente tóxica está ahí, como los aliens. Circulan entre nosotros como personas totalmente normales y si les preguntas, no te sabrán decir quién es tóxico o si conocen a alguien. Tú, lector, probablemente hayas sido tóxico alguna vez. Quizás tras la ruptura de tu primer amor, o tras conocer que esa chica con la que no querías pasar más de cinco o seis años se ha convertido en la madre de tu primer hijo y ya viene en camino el segundo.
Todos somos tóxicos. Y como todos sabemos lo que es pasar por ahí, debemos ser piadosos. ¿Quién te dice que esa persona tóxica en la que ahora mismo estás pensando no está ya consumida por dentro?¿Quién te dice que no necesite un abrazo y un "todo saldrá bien"?¿Quién te dice que no está luchando por no caer en las sucias garras del hundimiento y de acabar con todo?
Hay muchas que lo intentan, que intentan ser buenos, intentan llenarnos de amor y de cariño, pero les sale mal. Son tan tóxicas que cuando el veneno les inunda, es cuando nos lo inyectan, de forma tan sutil y delicada que ni ellos mismos son conscientes de que nos están matando.
Que no cunda el pánico, tampoco es plan de volvernos kamikazes y cada vez que encontremos a alguien tóxico, corramos a abrazarle y a darle toda nuestra energía. Si bien es cierto que hay una proporción de ellos con ganas de dejar de envenenar, hay otros muchos que lo hacen por competición. Hay muchos que han fijado su zona de confort ahí y no quieren salir. Esos son el verdadero peligro.
Resumiendo un poco podríamos decir que las personas tóxicas se dividen en dos tipos: los que han nacido con esa predisposición genética y la disfrutan a toda costa y los que están atravesando un periodo oscuro y frío. ¿Veis? Al final vamos a encontrar el lado bueno que os prometí.
Será por mi tontería mental de intentar que nadie se hunda en el barco, pero yo no puedo ver a alguien que lo está pasando mal y abandonarlo a su suerte. Soy una yonki. Pero es que estamos en un mundo sordo, lo llevo diciendo muchos años (como lo del camino, que ya voy a pedir derechos de autor y todo). La gran mayoría de las personas lo único que necesitan es que las escuchen. NO, NO NECESITAN TU PUNTO DE VISTA, necesitan ser escuchadas. Sólo eso. Preparadles un café y dos litros de agua, para que no se deshidraten. Y que hablen, que hablen mucho, que nos cuenten qué tal está el tiempo por el pueblo de su madre, o qué tal está el perro de la vecina que siempre le saluda al llegar a casa. Sólo eso. "Pero es que claro, tía, con mis súperhiperproblemas estoy yo como para escuchar a nadie más que yo misma". PUM, TÚ SÍ QUE ERES TÓXICA.
Si nos parásemos a escuchar al otro, probablemente veríamos como nuestros problemas se hacen cada vez más chiquititos, Y van desapareciendo como lágrimas en la lluvia. Porque hay gente muy jodida ahí fuera. Y da igual el problema que tengan, están muy jodidos. Y cuando alguien está tan jodido, todo el mundo se va a lo fácil, a ignorarlo, a ponerle una etiqueta, al "pobrecito", y a poco más.
Vamos a hacer un ejercicio que nos va a servir más que todos los libros de Coelho juntos, y con esto ya acabo, vamos a empezar a escuchar antes de juzgar. Vamos a escuchar antes de hablar. Y vamos a intentar comprender todos los factores que le han podido llevar a esa situación. Vamos a intentar dejar de llamar tóxicas a las personas que no actúan como nosotros queremos y, con el riesgo de ser esclava de mis palabras y que esto pueda ser utilizado en mi contra, vamos a comprender antes de compadecer.